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domingo, 7 de noviembre de 2010

Secretos para toda buena pareja parte 1

Desde muy pequeños casi todos aprendemos que lo "normal" es que encontremos a otra persona con la cual compartir nuestra vida y crear un proyecto de vida común. De tal modo que, independientemente de la preferencia sexual, es un hecho que todos buscamos a esa pareja ideal, a ese príncipe o princesa "azul" de los cuentos de hadas con quien "vivir siempre felices".

Desgraciadamente la realidad es bastante lejana a los cuentos de hadas y no es raro encontrar que muchas parejas establecidas, con o sin matrimonio, tengan muchos problemas e insatisfacciones principalmente derivados de conflictos en la dinámica de la relación de pareja. Muchas mujeres se sienten atrapadas en un remolino que no tiene ni pies ni cabeza; muchos hombres viven con amargura el peso de una relación que ha perdido la magia y el entusiasmo del principio.

Mi largo trabajo como terapeuta de parejas me ha permitido conocer muchos de los errores que casi todos cometemos y nos llevan a una vida en común insatisfactoria y desprovista de perspectivas. También he podido simplificar lo que llamo las seis reglas de una buena relación de pareja, pues pueden hacer la vida mucho más interesante para ambos:

Atracción física. Atracción física. Cuando iniciamos una relación, generalmente el primer elemento que nos atrae hacia la otra persona es su aspecto exterior. Curiosamente está entre las cosas que más tienden a descuidarse una vez que se establece la pareja. No es raro ver que "una vez atrapada la presa" dejamos de cuidarnos físicamente, engordamos, dejamos de rasurarnos o peinarnos, descuidamos nuestro vestido y apariencia, aparecen los tubos en el pelo o por la noche las cremas en la cara... Dejamos de tener el esmero que mostrábamos durante la fase del cortejo o del noviazgo. No importa cuánto tiempo tenga la pareja de establecida: es importante tratar de seguir siendo atractivos físicamente para la o el
compañero.

Atracción intelectual. Este punto se refiere a la necesidad, muchas veces olvidada, de que a lo largo del tiempo se busque seguir teniendo intereses comunes. Muchas veces la casa, los hijos o la familia se convierten en lo único de lo que pueden hablar; se pierde todo aquello que durante la fase del noviazgo era pertinente sólo a los dos y consecuentemente ello lleva al tedio y a la falta de interés. Es necesario seguir compartiendo cosas exclusivas de los dos. Cuando novios era muy importante "poder estar solos", pasear tomados de la mano por un parque o sentarse en una banca o en un café por horas y horas hablando de los dos y de "esas cosas" exclusivamente nuestras.

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